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viernes, 13 de abril de 2012


EL PODER DEL TACTO

Y el mono se irguió sobre sus patas traseras y liberó las delanteras para convertirlas en manos”
Según las teorías evolucionistas  así empezó el camino que nos llevó de primates a humanos.
La religión nos dice que fue Dios quien hizo al hombre a su imagen y semejanza. Sea como fuere, lo cierto es que las manos han sido la piedra angular del progreso del ser humano y realmente tienen algo de divino.
Las manos fueron las canalizadoras y realizadoras de todo aquello que nuestro cerebro iba aprendiendo, y a la vez que nos servían para progresar, sirvieron para socializarnos.
Las manos se convirtieron en el punto de unión entre nuestro cuerpo mental y nuestro cuerpo físico, pero también sirvieron para conectar con el mundo espiritual y nuestro yo interno.

Desde el punto de vista anatómico la mano es una estructura sumamente compleja compuesta de un sistema de huesos, ligamentos, tendones, músculos, nervios y vasos sanguíneos que actúan conjuntamente de tal forma que conseguimos realizar una enorme variedad de movimientos así como seleccionar la precisión de los mismos.
En otras palabras, una mano es tan versátil que es tan capaz de dar un puñetazo como de hacer una caricia. Puede empuñar una maza para derribar una pared o un bisturí para realizar una operación de microcirugía.
La habilidad de la mano es enorme y puede ser entrenada hasta límites asombrosos.  ¿Cómo entender, si no, la velocidad en los dedos de un pianista?
Y por si esto fuera poco, además es altamente resistente a la fatiga.

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